Ante la inminente extinción de las cocinas y los baños calentados por instalaciones de butano en beneficio de los sistemas de gas natural y calentadores eléctricos, se está perdiendo la profesión de butanero. Con sus fornidos brazos y anchas espaldas, nuestro personaje sudoroso calentaba los hogares física y sexualmente.
Cuánta pornografía se ha grabado con este mítico personaje.
Partiendo de este caso base y recursivamente aplicando la función a los lecheros, panaderos a domicilio y el afilador, las historias sentimentales están girando hacia un nuevo rumbo.
Prácticamente ningún hogar a estas alturas carece de Internet. Facebook, Messenger, Tuenti, Twitter y Spotify son conocidos por todos. Gracias a que los ordenadores se rompen con facilidad si no los usas bien, el wifi no se sabe configurar correctamente y que los ventiladores hacen ruido, llamar al servicio técnico se ha convertido ya en algo habitual.
Por fin ha llegado la hora de los informáticos. ¡Haceos ilusiones, empezad a usar gomina y desodorante, poneos monos azules sin nada debajo!
Yo desde mi retorcida mente pienso que todo esto es una conspiración de los informáticos que trabajan en el Ejército Estadounidense. Sí, esos que inventaron Internet para “comunicarse entre ellos sin que el enemigo los descubriese”. Lo único que estaban haciendo es crear un sistema de comercio electrónico que dejase sin trabajo a los vendedores a domicilio. La jugada les salió bordada por lo que conté antes de los butaneros y por los afiladores que venden en la teletienda.
Tenían al pobre Turing (que da nombre a este blog) desencriptando códigos nazis desde su Inglaterra natal mientras los norteamericanos creaban la red pornográfica mundial.
Yo, como informático sentimentalmente comprometido con una mujer humana real, advierto a mis intrépidos compañeros informáticos de las nuevas profesiones a domicilio, como los repartidores de telecomida, los testigos de Jehová, los pulimentadores de suelos y encimeras y los “Personal Trainers”.
Cuánta pornografía se ha grabado con este mítico personaje.
Partiendo de este caso base y recursivamente aplicando la función a los lecheros, panaderos a domicilio y el afilador, las historias sentimentales están girando hacia un nuevo rumbo.
Prácticamente ningún hogar a estas alturas carece de Internet. Facebook, Messenger, Tuenti, Twitter y Spotify son conocidos por todos. Gracias a que los ordenadores se rompen con facilidad si no los usas bien, el wifi no se sabe configurar correctamente y que los ventiladores hacen ruido, llamar al servicio técnico se ha convertido ya en algo habitual.
Por fin ha llegado la hora de los informáticos. ¡Haceos ilusiones, empezad a usar gomina y desodorante, poneos monos azules sin nada debajo!
Yo desde mi retorcida mente pienso que todo esto es una conspiración de los informáticos que trabajan en el Ejército Estadounidense. Sí, esos que inventaron Internet para “comunicarse entre ellos sin que el enemigo los descubriese”. Lo único que estaban haciendo es crear un sistema de comercio electrónico que dejase sin trabajo a los vendedores a domicilio. La jugada les salió bordada por lo que conté antes de los butaneros y por los afiladores que venden en la teletienda.
Tenían al pobre Turing (que da nombre a este blog) desencriptando códigos nazis desde su Inglaterra natal mientras los norteamericanos creaban la red pornográfica mundial.
Yo, como informático sentimentalmente comprometido con una mujer humana real, advierto a mis intrépidos compañeros informáticos de las nuevas profesiones a domicilio, como los repartidores de telecomida, los testigos de Jehová, los pulimentadores de suelos y encimeras y los “Personal Trainers”.
Estoy contigo! Y en mi pasado de técnio a domicilio puedo aseverar que se pueden dar situaciones un tanto pintorescas.
ResponderEliminarButaneros y fontaneros mito? Realidad? A mi nunca me pasó nada con caracter zezuárl. Aunque una clienta se me insinuó descaradamente y lo único que pude hacer es cagarme en los pantalones, qué vas a hacer? No es tu casa...
Y para colmo, el pobre Alan Turing, que era homosexual (y ya se sabe de la gran promiscuidad secual de este colectivo), no pudo aprovecharse de la GRPM (Gran Red Pornigrñafica Mundial) que es Internet.
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